SASI ETXEAK
Siguiendo la tradición naturalista, estos pequeños dibujos ricamente coloreados —que podrían recordar a viñetas aisladas de algún cómic sin personajes, o recuerdos de un viaje— parecen ser un fiel reflejo de lo que el artista sale a buscar y encuentra cuando abandona su estudio, aunque en realidad, ocurre aquí que el impulso naturalista queda en suspenso al verse dirigido hacia un objetivo muy determinado y que ese objetivo, como cada pieza de este catálogo, centra su atención en el derribo y en la ruina y en la construcción a partir de los restos que de ellas derivan.
El artista, entonces, al programar su viaje recurrirá forzosamente al archivo y su experiencia describirá un recorrido marcado por una cartografía intelectual y especulativa. El ambiente limpio y sin nubes ni brumas, la serenidad del paisaje, la hora mediana y la calma absoluta contrastan con los despojos de tanto edificio a medio demoler. Parece como si todo estuviera preparado para provocar un choque perfecto, un estado de shock en el espectador. El individuo solo se adivina como cómplice ausente, lo cual acentúa su dramatismo de camuflaje.