CONSTRUCTOS
De manera natural y tras experimentar, mediante el juego lúcido, en lo que hemos venido en llamar el accionismo doméstico y todas sus derivaciones surgen los constructos como una suerte de parapetos a escala, construidos a partir de materiales heterogéneos y sin jerarquías reconocibles. La pequeña tormenta también deja restos y con estos se montan los constructos: madera de cualquier tipo, plástico, cartón, masilla moldeable, restos vegetales, un nido, pintura, trozos de cerámica, papel cristal y otros excedentes que va dejando inevitablemente el paso del tiempo a nuestro alrededor sirven para dar forma a unos refugios en miniatura que muestran —desnudos, rotas sus cotas— sus estructuras internas.
A la vista queda, igualmente, el material de derribo —que las da forma— y gran parte de su capricho constructivo —que nunca será tan caprichoso como pueda parecernos a simple vista—, y quizá sea por eso que las veamos como elementos extremadamente delicados y a punto de desmoronarse o quebrarse, como queriendo regresar al montón de donde proceden completando el circuito impuesto por la ventisca de los acontecimientos. La fuerza de su carácter se multiplica al salir del estudio o la sala de exposiciones en busca de un entorno sobre el que adaptarse rompiendo toda noción de escala.














